viernes, 28 de febrero de 2014

Mi regata a Rio. 1996


Prologo

Esta historia ocurrió hace ya unos años. Hoy en día como viene pasando siempre, todo cambia.  En aquellos no tan lejanos “noventas” ,a pesar que los barcos eran un poquito mas cómodos que ahora, eran unos troncos con velas.  Ahora esos troncos se transformaron en pedacitos de carbón que van haciendo patito entre las olas a velocidades descomunales. Donde afuera o adentro da lo mismo (necesitas un snorkel y un casco); me da la sensación de que la pasan pésimo. Otra de las cosas que veo que se hace en una regata oceánica, es cambiar hasta el papel higiénico de banda cada vez que se vira.  Por supuesto que ni cerca de hacer eso estábamos nosotros en aquel verano de 1996.  Era otra la historia…
El barco que trasladó mi humanidad y ocho almas mas hacia las playas cariocas, era un 40 pies diseño del archifamoso German Frers. Su nombre era Nabucco. Concebido bajo la anti-fórmula llamada IOR, el barco a pesar de ser bien rechoncho y anti-hidráulico , estaba construido con materiales mucho mas desarrollados que sus pares de aquellos años. Por dentro el barco era muy cómodo y practico. Digamos que parecía un monoambiente donde lo único que estaba separado, era el baño. Forrado con madera de viraró parecía mas un barco de paseo, que de regata. El exterior del barco era muy sobrio(como corresponde a estos diseños). Pintado de verde hasta ¾ arriba de la línea de flotación y el resto blanco, daba muy linda estampa. El estado general del Nabucco era muy bueno, ya que corríamos todo el año. Lo único que no estaba en optimas condiciones eran algunas velas que estaban pidiendo pista.
Al escribir esto extraño aquellos días donde en vez de estar colgando del “alambrado”* como salamines secándose, navegábamos en el cockpit tomando mate y charlando. Y por supuesto el que trimaba el genoa** jamás se sentaba a barlovento.  Ojo que no siempre era así. En regatas cortas éramos mas “competitivos” y toda la tripulación se colgaba del guardamancebo*** como corresponde.
La tripulación se alineaba de la siguiente manera. Carlitos era el dueño del barco, un gaucho de Corrientes fanático de la navegación. Su socio, Roberto, no había navegado mucho pero tenia ganas de correr esa regata(o era un inconciente).
Para una regata de altura necesitábamos un piloto de yates y el puesto lo cubrió un amigo de Carlitos llamado simplemente Fico. Su puesto era el mejor porque no cumplía guardias y creo recordar que tenia el free pass para dormir  sotavento.
Guille y Alejo eran los dos “experimentados” en la regata ya que habían corrido la edición anterior en un barco similar. El resto de la tripulación éramos, Piraña(gran amigo y compañero de regatas), el Capa(nunca mas corrió una regata larga), Diego Weppler(un imán para las señoritas) y por ultimo quien escribe estas líneas. Ahora me pongo a pensar y me sorprende lo bien que nos llevamos encerrados en ese cascaron sin intimidad durante 9 días.

Así fue como viví mi primer regata a Río.

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