viernes, 28 de febrero de 2014

Regata a Rio 1996. dia 1


3 de febrero de 1996

Después de los últimos días de agotadores preparativos, estábamos listos para adentrarnos en las cristalinas aguas del Río de la Plata, con destino a la “cidade maravilhosa”. En aquellos años no existía la comida liofilizada que llevan los barcos hoy en día para reducir peso. Esa comida, vendría a ser un polvito que le pones agua caliente y se transforma en un bife con papas… Bueno, no es tan así pero la idea es esa. Solo ver las caras que ponen los navegantes de hoy en día con esta comida de astronauta, me da la idea de lo bien que la pasábamos antes. Al escribir esto parezco un melancólico de tiempos pasados, pero realmente hoy en día juegan a ver quien se degrada mas arriba de un barco. Volviendo a la regata, nuestro barco estaba cargado de alimentos, frutas verduras, y un matambre arrollado… El agua se llevaba en botellas desparramadas por todos lados. Muchos años después me enteré que no pusimos el agua en la heladera para tener menos sed durante la regata.  Ya existían los desalinizadores pero era tecnología para otro nivel de regatas y país.
En nuestros bolsos llevábamos  ropa para la regata, ropa para después de la regata y ropa por si acaso se mojaba la ropa para después de la regata. Por ese motivo sacamos lo esencial para la regata y el resto fue llevado en el buque de la Armada que acompañaba a la regata. Dentro de lo ”esencial” habían artículos como  galletitas, golosinas y puchos. Para ese entonces fumaba, y como! En el barco no había alcohol, cosa que no compartía; solo una botella de whisky para festejar, una vez  que llegásemos a Río.
Una de las cosas que se ha avanzado para el no sufrimiento del navegante moderno, es la ropa técnica. En aquella ocasión mi traje de agua respiraba de afuera para adentro, si se puede decir así. Lejos de las telas respirables de hoy en día, dentro de esos trajes de agua generábamos microclimas que después de unos días, contaminaban todo el barco. Así, estuvimos listos para soltar amarras y prepararnos para la largada. En esta edición el numero de participantes fue muy bajo, con 6 barcos en la largada. Esta tendencia iba a ir creciendo a través de los años, evidenciando tristemente el poco interés que generan las regatas oceánicas hoy en día.  Entre los rivales estaba nuestro eterno archienemigo, el “Sur”.  Un diseño Frers de los 80 que nos tenia de hijos en todas las regatas. A pesar de su antigüedad, esa lata vieja estaba muy vigente y en excelente estado. Los otros barcos en principio no representaban  grandes preocupaciones (por ahora). Estaba el “Maite”,  un frers 40/12 con una tripulación muy simpática. El barco mas “moderno” de aquella edición era el Cambá, un match 42(diseño Frers) marinizado para este evento, que tenia todos los números comprados para ganar la cinta azul. El único que podría hacerle roncha para dicho laurel era el Fortuna II. Dicha embarcación de diseño setentoso y kilométricos genoas, era muy adecuada para esta regata donde las ceñidas rabiosas eran cosa de todos los días. Mas adelante nos daremos cuenta que en esta ocasión no fue tan así. La nómina de inscriptos de esta regata la cerraban el Shadai. un ketch equipado con mucha bebida y comida, como para pasarla muy bien durante la regata.
A diferencia de otras ediciones, la largada se había fondeado en el antepuerto de Dársena Norte. Las despedidas de este tipo de competencias dan a lugar a comentarios muy interesantes por parte de familiares y amigos que no están muy familiarizados con el mundo náutico.  Paran de noche?, cuando duermen?, quien cocina?, se bañan?, etc. En fin cosas del folklore náutico. Una vez que las ceremoniales despedidas iban llegando a su fin, los barcos fueron soltando amarras con rumbo a la línea de largada. El día estaba nublado y muy caluroso como corresponde al mes de febrero. El viento no superaba los nueve nudos de intensidad, y no lograba establecerse. El Nabucco, cargado hasta la manija de víveres, bolsos, etc. Estaba un poco achanchado como para moverse con esa ligera brisa.  Mal que mal nos arreglamos para hacerlo “andar”, y a las 15:00 hrs. cuando sonó el top de largada, cruzamos la línea en punta. Ahora había que mantenerse en ese lugar por las próximas 1200 millas. Difícil…  Media hora después de la largada, el viento perdió el rumbo y la intensidad, y los 6 barcos estábamos uno al lado del otro tratando de encontrar alguna rachita aliviadora.  Obviamente, el primero en encontrar ese terruño de viento dibujado en la  superficie del río, fue el Sur. Así vimos como nuestro archirival se alejo de nosotros para no volverlo a ver hasta llegar al Iate club do Río de Janeiro. Lejos de preocuparnos, había que organizar el tema de las guardias. Así es mis estimados lectores, no parábamos para dormir. En las guardias, la tripulación se divide en 2 grupos y mientras unos duermen, los otros “manejan” el barco. Hasta que sucede algún zafarrancho, que se despierta a todo el mundo para estabilizar la situación. En la navegación oceánica de estos tiempos, las guardias han evolucionados desfavorablemente para el descanso del marino. Es por eso que  los navegantes de hoy vienen diseñados para no dormir y por supuesto con cuatro veces mas fuerza que antes.
En mi guardia se alineaban: Carlos(el Patrón), Piraña (el resuelvetodo), El Capa(el niño rebelde) y quien relata esta épica.  Guille, Alejo, Diego y Roberto integraban la otra guardia. Fico, nuestro piloto de yates quedaba exento de guardias y dormía cuando  y donde quería.
Volviendo a la regata, aquella tarde, el viento se estableció del Este a unos paupérrimos 9 nudos y la chancha verde empezó a comer millas. Durante la noche la luna llena puso su toque, y mas de uno se lamentó por no estar compartiendo una velada romántica  con alguna señorita.  Esos eran los pensamientos que nos preocupaban durante la regata, mujeres, cigarrillos y cerveza. Mi guardia llegaba a su fin y me fui a tratar de dormir hasta las 00:00 hs. . No pude pegar un ojo debido a la excitación acumulada durante los días anteriores.  Como me suele pasar, justo 5 minutos antes de empezar mi guardia me quedé frito, momento en que Alejo me pego un simpático sacudón anunciando el cambio de turno.

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