7 de
Febrero
A las 0:00
hrs. tomamos la guardia. La noche era increíble. Soplaba buen viento del NNE y
la chancha verde estiraba las patas. Alguna que otra nube cubría un cielo
tapizado de estrellas. Bella noche para estar con alguna señorita, tomando unas
copas. Pero estaba con 8 monos en un reducido espacio, en medio del atlántico
sur El Nabucco para aquel entonces tenía una configuración de extremidades
(timón y quilla) que lo favorecían con poco viento. O sea que soplaban 17 nudos
y el barco iba de costado. Esa noche el viento empezó a subir y empezamos con
el desfile de velas. Del G1 pasamos al G3 sin escalas, y pusimos una mano de
rizos. El guardamancebos de barlovento no estaba muy tentador, pero el barco
empezaba a escorar y estábamos en una regata. Más allá de esa incómoda
posición, sentado con las patitas colgando, la noche era cálida y tranquila.
Llegó mi turno de dormir. En regata se duerme siempre del lado de barlovento,
salvo raras excepciones. El nabucco cuenta con 4 cuchetas utilizables en
regata. Hay dos en la dinette y dos en popa. las de popa son un tema. La de
arriba es una lona tensada en un
bastidor de aluminio. Un complejo aparejo la regula según el ángulo de escora
del barco. El tema es que si ajustaban mucho ese aparejo, te encerrabas entre
la cucheta y la cubierta del barco. Obviamente era la diversión del barco. Y
obviamente, yo era el candidato ideal.
En la
mañana todo seguía igual. A un promedio
de 7 nudos, el Nabucco estaba a sus anchas. Aquel mediodía,todos almorzamos
juntos, aprovechando las fantásticas condiciones de navegación. El almuerzo era
un matambre arrollado que con mucho
esmero había preparado la novia de Robert, uno de los owners. Después del almuerzo me fuí a dormir y oh
casualidad! Otra vez a esa especie de baticueva que era la popa. La cucheta era
de algún tipo de cuerina o plástico y el calor que se generaba al contacto
humano era terrible. Por su parte, Fico no se hacía mucho drama y dormía tirado
en el piso. En fin, el descanso en un barco es muy relativo durante una regata
de altura. El viento siguió subiendo
hasta unos 25 nudos. navegamos aparejados con 2 rizos y el sufrido G3. Las olas
empezaban a mojar la cubierta y la humedad empezaba a extenderse por todas
partes. El aroma que se respiraba dentro del barco no era muy sano, y nuestras
caras empezaban a transformarse a medida que pasaban los días. Esa noche ya costaba un poco más estar
“haciendo banda” con los esporádicos rociones. En la banda, el Capa se
cuestionaba su participación en la regata. -En este deporte no hay público,
estás todo el tiempo mojado,cansado, con
frío y hambre. Pero lo más importante es que no atrae a muchas mujeres como el
polo. Yo me voy a dedicar al polo. Ya fue esto…-
Más allá de
su angustia, había que seguir, y faltaba mucho todavía.
Un tema del que no se habla mucho pero todos
quieren saber es el de las necesidades básicas del ser humano. El baño en un
barco de estos, consiste en un diminuto inodoro y un lavatorio en un espacio
tan grande como un ascensor de servicio. la”cadena” es una palanca que hay que
accionar incansablemente, según el tamaño del “trofeo”. A esto hay que sumarle
que el barco navega casi todo el tiempo de costado y se mueve para todos lados.
Con esta introducción se podrán imaginar que no era muy inspirador ir al baño.
Es así que en aquel entonces, algunos optaban por hacer sus sacrificios por la
borda, agarrados al guardamancebos. Para mi, que ir al baño era una ceremonia
que requeria mucho tiempo. la cosa estaba difícil y ya había pasado una semana
sin novedades.
Pero
dejemos estas cosas y volvamos a la regata, Aquella noche tuvimos el primer
encuentro cercano con la fauna “local”. Un par de desafortunados peces voladores aterrizaron
sobre cubierta. El pez volador del
atlántico o Cheilopogon melanurus tiene un tamaño de 30 cm aproximadamente. Su
característica principal son las aletas pectorales, desproporcionadamente
grandes, que le permite literalmente volar sobre el agua. Su aspecto físico se parece a un pejerrey con
alas. Aunque me tentaba la idea de una fritata con estos pececitos, mi instinto
de catch&release prevaleció y devolví a su medio a estos simpáticos animales.
Para el momento de hacer números, aquel día
habíamos recorrido 140 millas.
8 de Febrero
El viento
seguía firme del NNE en unos 20/21 nudos. Nuestra querida nave devoraba millas
dificultosamente en una rabiosa ceñida.
la humedad seguía avanzando sin piedad sobre nuestras humanidades. Seis
días sin bañarse pueden producir en una persona efectos lisérgicos. El traje de
agua NO respirable más las botas de goma, empezaban a generar hongos
alucinógenos en el cuerpo. Nuestra posición estaba más de 250 millas de tierra
y seguimos incomunicados con cualquier clase de vida inteligente. Más tarde nos
enteramos que éramos buscado hasta por la Armada Argentina, y hasta salimos en
algún diario.El misterio del barco desaparecido. El día paso rutinariamente sin
novedades. Por la tarde avistamos a lo lejos un tiburón. por el color y la
morfología del pez, me atrevo a decir que era un escalandrún. Calculamos su
tamaño en más de 2 metros, cosa que produjo cierto respeto por las aguas que
surcabamos. En las charlas de banda,
seguimos discutiendo con Capa y Piraña los beneficios de jugar al polo.Ajeno a
todo, Carlitos, nuestro capitán, timoneaba incansablemente durante horas. Las
posiciones de los otros barcos eran una incógnita para nosotros y viceversa.
Por dónde andaría el Sur, el Cambá… Habría llegado alguno ya… Personalmente lo importante era
terminar la regata. No eramos una tripulación de élite y lo importante era
preservar la salud de la tonina verde. Aquella noche el viento empezó a bajar y
largamos el rizo a la mayor, y pasamos al genóa 1 heavy. La pobre vela estaba muy baqueteada y se
empezaban a ver varios agujeros. Por suerte, Piraña, que de a poco se fue
transformando en McGyver, pudo reparar las roturas. La paz que reinaba en el
mar ese día, permitió que otra vez Piraña se luzca en sus habilidades
múltiples. Está vez era el turno de la
cocina y nos preparó un puré de papas(ojo que no era puré cheff), acompañado
como no podría ser de otra manera, de matambre arrollado. Para este entonces
dicho manjar que veníamos comiendo los últimos días se había transformado casi
en una mascota del barco, y daba pena seguir comiéndola. En términos de
vencimiento yo calculo que estaba recontra-vencido y hubiese sido más útil para
ser usado de carnada. Otra vez como en los últimos días, me tocaba la cucheta
del terror. A decir verdad, me estaba encariñando con la madriguera y por mis
pequeñas dimensiones, era el más apto para ese lugar. Otras 145 millas por el día y ese numerito
empezaba a ser una constante.